Uno
de los más importantes ensayistas venezolanos del Siglo XX, además
de ser un gran, el destacado abogado, historiador, escritor,
diplomático, militar y político, Mario Briceño Iragorry, quien fue
uno de los más grandes ensayistas en la historia de Venezuela. Nació
en Trujillo, Estado Trujillo, el 15 de septiembre de 1897. Fueron sus
padres Jesús Briceño Valero y María Iragorry.
Su
infancia y juventud transcurrieron en tierras andinas, especialmente
en las ciudades de Trujillo y Mérida. A los 12 años quedó huérfano
de padre.
La
primaria la cursó en su pueblo natal y el bachillerato en el Colegio
Federal de Varones de Valera. En 1912 se trasladó a Caracas e
ingresó ese año a la Academia Militar donde conoció al entonces
futuro presidente Isaías Medina Angarita. En 1914 tras renunciar a
la vida militar regresa a Trujillo donde ejerció el periodismo en
las páginas de la publicación “Ariel” fundada por él.
Dos
años después viajó a Mérida para seguir estudios de derecho en la
Universidad de Los Andes, donde tuvo como compañeros, a Diego
Carbonell, Mariano Picón Salas y Caracciolo Parra León. Allí
conoció a Josefina Picón Gabaldón con quien contrajo matrimonio en
1923.
En
1919 se desempeñó como director de Política y encargado de la
Secretaría del estado Mérida. En 1920, se graduó de abogado en la
Universidad de Los Andes, para luego ingresar a la Dirección de
Política Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores junto
a Lisandro Alvarado, Jacinto Fombona Pachano y José Antonio Ramos.
Para
1922 trabajó como maestro del Liceo Andrés Bello, donde consiguió
después el cargo de director. Ese mismo año publicó Hora y
Motivos, dos de sus obras más importantes.
Tras
haber publicado innumerables textos, en 1946 recibió el premio
municipal de literatura por su obra Casa León y su tiempo, y a la
vez el Premio Nacional de Literatura gracias a su libro El regente
Heredia o la piedra heroica.
Tres
años más tarde fue designado embajador de Colombia, donde se dedicó
también a la escritura y publicó una serie de obras que lo
convirtieron en uno de los más importantes exponentes de la
ensayística venezolana.
Fue
Cronista de Caracas, En 1951, apoya la candidatura de Jóvito
Villalba para las elecciones presidenciales de 1952. Ante el
desconocimiento por parte de la Junta Militar del resultado de dichos
comicios se exilia en Costa Rica (1953) y Madrid (1953-1958). Una
muestra de su obra apareció en la serie Obras selectas, de las
Ediciones Edime 1954. En esos años estuvo madurando sus ideales
políticos sobre el nacionalismo a través de diferentes
publicaciones. En 1957, aparece su obra señalada como el libro
“Síntesis de su Doctrina: Por la Ciudad Hacia el Mundo” donde
anota:
“La
realización del verdadero sentido universal del pensamiento del
hombre no está reñida con el crecimiento de los grupos nacionales.
El nacionalismo en su verdadera concepción ontológica no implica
una posición antihumanista, así se intente confundirlo con las
formas agresivas del nazismo alemán. El verdadero nacionalismo, como
expresión de humanidad, reclama que se le mire sub specie
universalis. El nacionalismo, y vale repetirlo una vez más,
representa en el plano de la valoración colectiva, un modo de obrar
la personalidad de los pueblos...”.
En
1958 regresó a Venezuela, donde falleció dos meses más tarde,
específicamente el seis de junio de ese año. Sus restos reposan en
el Panteón Nacional desde el seis de marzo de 1991.
Facilitadora: Silvia Vásquez
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