jueves, 15 de septiembre de 2016

Mario Briceño Iragorry


 
 


Uno de los más importantes ensayistas venezolanos del Siglo XX, además de ser un gran, el destacado abogado, historiador, escritor, diplomático, militar y político, Mario Briceño Iragorry, quien fue uno de los más grandes ensayistas en la historia de Venezuela. Nació en Trujillo, Estado Trujillo, el 15 de septiembre de 1897. Fueron sus padres Jesús Briceño Valero y María Iragorry.

Su infancia y juventud transcurrieron en tierras andinas, especialmente en las ciudades de Trujillo y Mérida. A los 12 años quedó huérfano de padre.

La primaria la cursó en su pueblo natal y el bachillerato en el Colegio Federal de Varones de Valera. En 1912 se trasladó a Caracas e ingresó ese año a la Academia Militar donde conoció al entonces futuro presidente Isaías Medina Angarita. En 1914 tras renunciar a la vida militar regresa a Trujillo donde ejerció el periodismo en las páginas de la publicación “Ariel” fundada por él.

Dos años después viajó a Mérida para seguir estudios de derecho en la Universidad de Los Andes, donde tuvo como compañeros, a Diego Carbonell, Mariano Picón Salas y Caracciolo Parra León. Allí conoció a Josefina Picón Gabaldón con quien contrajo matrimonio en 1923.





En 1919 se desempeñó como director de Política y encargado de la Secretaría del estado Mérida. En 1920, se graduó de abogado en la Universidad de Los Andes, para luego ingresar a la Dirección de Política Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores junto a Lisandro Alvarado, Jacinto Fombona Pachano y José Antonio Ramos.

Para 1922 trabajó como maestro del Liceo Andrés Bello, donde consiguió después el cargo de director. Ese mismo año publicó Hora y Motivos, dos de sus obras más importantes.

Tras haber publicado innumerables textos, en 1946 recibió el premio municipal de literatura por su obra Casa León y su tiempo, y a la vez el Premio Nacional de Literatura gracias a su libro El regente Heredia o la piedra heroica.





Tres años más tarde fue designado embajador de Colombia, donde se dedicó también a la escritura y publicó una serie de obras que lo convirtieron en uno de los más importantes exponentes de la ensayística venezolana.

Fue Cronista de Caracas, En 1951, apoya la candidatura de Jóvito Villalba para las elecciones presidenciales de 1952. Ante el desconocimiento por parte de la Junta Militar del resultado de dichos comicios se exilia en Costa Rica (1953) y Madrid (1953-1958). Una muestra de su obra apareció en la serie Obras selectas, de las Ediciones Edime 1954. En esos años estuvo madurando sus ideales políticos sobre el nacionalismo a través de diferentes publicaciones. En 1957, aparece su obra señalada como el libro “Síntesis de su Doctrina: Por la Ciudad Hacia el Mundo” donde anota:


La realización del verdadero sentido universal del pensamiento del hombre no está reñida con el crecimiento de los grupos nacionales. El nacionalismo en su verdadera concepción ontológica no implica una posición antihumanista, así se intente confundirlo con las formas agresivas del nazismo alemán. El verdadero nacionalismo, como expresión de humanidad, reclama que se le mire sub specie universalis. El nacionalismo, y vale repetirlo una vez más, representa en el plano de la valoración colectiva, un modo de obrar la personalidad de los pueblos...”.




En 1958 regresó a Venezuela, donde falleció dos meses más tarde, específicamente el seis de junio de ese año. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el seis de marzo de 1991.



Facilitadora: Silvia Vásquez

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